jueves, 1 de noviembre de 2007

Analisis de la politica exterior norteamericana

lo que sigue son analisis de politica internacional de nuestra autoría.. son los primeros intentos, asique dennos changu-i.
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Mientras el lobo no está…

Si miramos a simple vista, es difícil entender como un gobierno como el actual de W. Bush en Estados Unidos, que sostiene una postura de claro conservadurismo neoliberal, y desea reforzar su estrategia de primacía, no realiza demasiados esfuerzo por oponerse a la existencia de estos gobiernos contrarios a su política. Para ilustrar la situación, podemos mencionar las actuales presidencias de Evo Morales en Bolivia, Hugo Chávez en Venezuela y Rafael Correa en Ecuador; ya que estos gobiernos se inscriben dentro de una tendencia de reivindicación social y postura de confrontación con Estados Unidos. Dichos procesos comparten no pocas características comunes: con una fuerte política de recuperación nacional, reivindicación de los sectores tradicionalmente olvidados y marginados, nacionalización y estatización de la explotación de los recursos naturales y de las empresas prestadoras de servicios, planes de redistribución de la riqueza, reforma agraria y del sistema político (en los tres casos se busca la reforma de la Constitución) y disminución de la pobreza; sucede que los grandes perjudicados a nivel internacional resultan ser los intereses de las multinacionales y capitales extranjeros, así como también la hegemonía regional de Washington.

Tras las medidas reformistas emprendidas por Morales desde su asunción como presidente, las cuales se centraron en la recuperación de los recursos naturales tales como los hidrocarburos, se oyeron las voces discordantes desde el Norte, sin embargo, las mismas no fueron secundadas por presiones efectivas para detener tales reformas. La nacionalización de los hidrocarburos fue llevada a cabo por el gobierno boliviano, no sin dificultades por la oposición interna a la que debió enfrentarse. La nacionalización que afectó a los intereses de las empresas de capital estadounidense, genero además el enfrentamiento del Estado boliviano con el CIADI, ya que los acuerdos contraídos con tales empresas estaban regulados por este organismo internacional.

En el caso de venezolano, “contra Chávez se divulgan las mas miserables calumnias concebidas por las nuevas oficinas de propaganda financiadas por la administración del presidente de Estados Unidos, George W. Bush, la ‘National Endowment for Democracy’ y la ‘Freedom House’”.[1] Además del boicot externo, el gobierno de Venezuela se encuentra con el hecho de que los sectores opositores nacionales se enfilan tras estos argumentos y apoyan las campañas de desprestigio. Y es que “en Venezuela el chavismo significa, tanto para los partidarios como para la oposición, el pueblo gobernando, el reconocimiento de los olvidados, el rescate del tema social como central en la política”.[2] Si bien debemos recordar que en ocasión del intento de golpe de Estado cometido por la oposición al gobierno de Chávez en Abril de 2002, la Casa Blanca apoyó esta iniciativa, no se involucró directamente en el mismo.

Para lograr entender las razones detrás de esta supuesta postura permisiva que se filtra desde la política exterior estadounidense, debemos mirar un poco hacia afuera del continente. La coalición conservadora del gobierno de Bush desarrolla la estrategia de dominación denominada Primacía. Parte de esta nueva estrategia se basa en afirmar que Washington no aceptara ningún competidor internacional, ya se amigo u oponente. También implica que muchas cuestiones de política internacional pasen a la esfera de lo militar. Si tenemos en cuenta que la estrategia de la primacía encarada por el gobierno de Bush se basa en cuatro prácticas fundamentales[3] –en primer lugar la deslegitimación y desnaturalización de los organismos internacionales y multilaterales, con el consiguiente descrédito del derecho internacional; la sustitución de las alianzas establecidas durante la guerra fría por un sistema de alianzas o alineamientos flexibles y no permanentes, y cuando lo considera necesario, procediendo de manera unilateral; la transformación del planeta en un mega escenario de conflicto de baja intensidad, en el cual se auto atribuye un papel de “vigilador” con capacidad y derecho a intervenir cundo lo considere necesario para su interés nacional; y por ultimo, entender de vital importancia el control sobre los recursos naturales como bien estratégico y la posesión de los mismos para asegurar su propio desarrollo y también como forma de controlar a sus posibles competidores- se pone de manifiesto la preeminencia del brazo militar de dicha estrategia. Así, EEUU tiene diagramada su agenda internacional con asuntos prioritarios muy lejanos a su patio trasero. Los grandes conflictos en el nivel geoestratégico, por cierto ubicado en el primer lugar de la lista de prioridades de esta administración, le dan preferencia a la relación de Estados Unidos con los protagonistas de dichos conflictos de mayor intensidad. Irán, Corea del Norte, China, Rusia y por sobre todo, Irak encabezan la lista de los mayores dolores de cabeza para este gobierno republicano. En este marco, Estados Unidos se encuentra en una situación crítica ya que, encabezados por la guerra en Irak, estos conflictos le significan un costo político, social y económico exorbitante como así también un desgaste importante al interior de su cúpula dirigente.

El hecho de que, teniendo en cuenta su posición global y por ende la mayor importancia que los enfrentamientos mantenidos en otras regiones del planeta, América Latina no implique para su política geoestratégica un asunto tan grave o por lo menos, tan urgente, le otorga a dicha región un mayor margen de autonomía en su relación con Estados Unidos. Así es que, ante la proliferación en Latinoamérica de gobiernos y sectores sociales en el poder, hostiles a la hegemonía norteamericana, que muestran abiertamente su oposición a las políticas económicas propugnadas desde el Norte, Washington toma una posición relativamente blanda. A pesar de que en lo discursivo manifieste su desaprobación hacia los cambios que realizan Morales y Chávez en sus respectivos Estados, dichas declaraciones no se refuerzan con acciones tanto militares como políticas fuertes destinadas a “reprimir” dichos desafíos.

Esto no quiere decir que su posición ideológica con respecto a los movimientos indigenistas y al avance de políticas que rechazan abiertamente su credo neoliberal haya cambiado, sino que Washington opta por mecanismos menos costosos para oponérseles. El viraje producido en Ecuador tras la asunción de Rafael Correa, provocó la paralización de las negociaciones de un TLC entre ambos países que sería el preludio de la formación de una zona de libre comercio entre Estados Unidos y la ex región andina (cabe recordar que tanto Chile como Perú y Colombia ya firmaron acuerdos de liberación comercial con la potencia norteamericana). Asimismo, en el terreno estratégico-militar, recordemos que existe una base operativa estadounidense en Manta, Ecuador, que forma parte del programa “cooperative security locations” cuyo plazo de existencia esta pronto a caducar. En vistas de que su renovación es inviable, el gobierno norteamericano opta por una opción menos trabajosa, mudar dicha base. La ocasión viene dada tras que Perú aceptó instalar en su territorio 3 radares estadounidenses que monitoreen la región. Estos, sumados a los 3 que ya posee en tierras colombianas, gracias al Plan Colombia, suplen la pérdida de posición en terreno ecuatoriano. [4] Esta jugada se inscribe claramente dentro de la maniobra de ‘ahorro de esfuerzos’ que W. Bush está llevando a cabo en suelo latinoamericano para no perder su posición hegemónica. La misma se completa además con la insistencia por la concreción de tratados de libre comercio bilaterales en sustitución del proyecto fallido del ALCA, que fracasó rotundamente. Es que Washington entendió que es más fácil negociar con cada Estado por separado que con un conglomerado de naciones.

La Casa Blanca sabe que los esfuerzos que ahorra en su patio trasero le son imperiosos en Medio Oriente, donde su hegemonía no solo se ve discutida sino en peligro. Esta situación de crisis internacional puede ser aprovechada por los gobiernos sudamericanos, especialmente, para fortalecer su posición regional y también para lograr un acercamiento recíproco tan necesario para la consolidación de una autonomía relativa real y duradera. Lo crucial es tener la visión y voluntad suficientes para no dejar pasar la oportunidad, responsabilidad que no solo recae sobre la dirigencia sino también sobre la ciudadanía de nuestras naciones.


Cecilia Cuenya, Octubre 2007

[1] Ignacio Ramonet, “Hugo Chavez” en Le Monde Diplomatique Ed. Cono Sur N°98, Agosto 2007
[2] Ana Maria Sanjuán “Claroscuros bolivarianos”, en Le Monde Diplomatique Ed. Cono Sur N°98, Agosto 2007
[3] Silvia Gaveglio, “La ‘primacía’ de la administración W. Bush (2001-2005)en el marco de las concepciones estratégicas en debate en los Estados Unidos en la posguerra fría”, en Revista de Ciencias Sociales N° 15, Diciembre 2004.
[4] Juan Gabriel Tokatlian, “La proyección militar de Estados Unidos en la región” En Le Monde Diplomatique Ed. Cono Sur N° 66, Diciembre 2004
Cosecharas tu siembra.

Los Estados Unidos, de los neoconservadores y de la Administración Bush, se encaminó a afirmar su supremacía mundial a partir del año 2001. A partir de allí, los principios neoconservadores sirvieron de base para la política exterior; los atentados del 11-S se esgrimieron como un pretexto para llevar a adelante la guerra contra el terrorismo; las relaciones existentes entre la derecha y el complejo militar-industrial se hicieron más evidentes; las relaciones con antiguas aliados fueron dejadas de lado para remplazarse por alianzas flexibles. En el sistema internacional, Estados Unidos juega las fichas como quiere olvidando las reglas del juego o imponiendo las propias. Pero el comenzar un juego solitario hunde toda experiencia acumulada luego de la Segunda Guerra Mundial, pierde su legitimidad y sus argumentos para ir a la guerra, resuenan vacíos y en algunos casos obscenos para la comunidad internacional.

Una de las practicas que lleva adelante el gran país del norte para “instalar el Imperio”[1], es controlar los recursos naturales y si es necesario tomar posesión de ellos. Fue George Kennan quien sugería “la necesidad de guiarse por el interés pragmático en la «protección de nuestras materias primas»: nuestras, donde quiere que estén, por lo que debemos preservar nuestro inherente «derecho de acceso», mediante la conquista si es el caso, de acuerdo con la venerable ley de las naciones”[2]. Hoy por hoy la venerable ley de las naciones no es un requisito para ir tras recursos naturales. Por eso, que el gabinete de George W. Bush sea un “gabinete petrolero”, que muchos de sus funcionarios de mayor jerarquía provengan de las grandes corporaciones relacionadas a la industria energética o tengan acciones en éstas, no debería extrañar a nadie.

Estados Unidos, tiene un Estado al servicio de los Bigs Business, o como dice Juan Gelman “el gobierno de Bush hijo no representa a los trusts. Está hecho directamente por ellos”[3], y por eso hace una guerra, que tiene entre sus objetivos además de la supremacía, al petróleo. Pero en la historia del mundo esto es arto conocido, impulsar la guerra por intereses económicos es una práctica vieja. En el último cuarto del siglo XIX, con el desarrollo del alto capitalismo y la concentración de poder en las manos de los grandes hombres de negocios, los lazos personales que existían en muchos casos en los medios de los negocios y los miembros del gobierno o de los altos funcionarios, daban a la presión de los grandes intereses económicos una amplitud y una eficacia[4] que nunca habían tenido.

Asimismo, no debemos olvidar que el petróleo es, según Morgenthau, un arma política y un elemento del poder nacional y que sería de una total irracionalidad abandonar el monopolio del control del petróleo a las naciones Estado que son soberanas sólo en sentido muy limitado[5]. Argumento que le calza justo a la doctrina de Bush, definida por Condoleezza Rice como “an amalgam of pragmatic realism and Wilsonian liberal theory”[6]; que además de controlar el petróleo desea un “cambio de régimen” en Irak, imponiendo así la democracia y la libertad pregonadas por Estados Unidos como sus mayores baluartes y de paso, confirmando su supremacía mundial.

Pero los intentos de llevar a la realidad las visiones de conversión mundial hicieron fracasar a Woodrow Wilson, lo cual debería ser una lección para los ideólogos actuales de la supremacía mundial de Washington, como dice Hobsbawm. El gran historiador inglés, también señala que los planificadores del pentágono y los neoconservadores, no tienen más ideas concretas que la imposición de su supremacía mediante la fuerza, con lo que tirarían así por la borda toda la experiencia acumulada de planificación militar y diplomática de este país, y que no cabe duda de que el desastre de Irak confirmará esto.

Para Philip Gordon, al extralimitarse en Irak, generar la antipatía de aliados importantes y permitir que la guerra contra el terrorismo, y me permito decir, hacer una guerra por le petróleo, eclipsara todas las demás prioridades nacionales, Bush logró que Estados Unidos se estancara en una guerra fallida, sobreexigió al ejército y quebró la banca nacional. Washington ahora carece de la reserva de legitimidad internacional, de recursos y del apoyo interno necesarios para alcanzar otros intereses nacionales importantes[7].

En su afán de conseguir la primacía, el gobierno republicano no tiene aliados, actúa de manera unilateral, juega sus fichas por fuera del Derecho internacional y desprecia los organismos internacionales, pero esto se traduce en la perdida de legitimidad. Estados Unidos, ha perdido popularidad en el mundo, ha perdido su capacidad de sumar aliados, y con esto se ponen en juego su reputación, su confiabilidad y su legitimidad como líder mundial. Al jugar con fuego, Estados Unidos está muy cerca de quemarse. Son cada vez más las personas en el mundo que piensan que este país es una amenaza contra la paz del mundo. Es más, el creciente antinorteamericanismo ha revitalizado agrupaciones de naciones tradicionalmente hostiles, como el Movimiento de No alineados[8].

El prescindir de aliados, le ha costado caro sobre todo en Europa, por eso personajes como Robert Kagan señalan que existen razones de peso para que Estado Unidos busque la aprobación europea. Según él no esta claro que Estados Unidos pueda operar eficazmente sin el apoyo moral y la aprobación de las democracias del mundo[9](democracias europeas). Quizás por eso, haya que poner atención en evolución de las relaciones que se desarrollen entre Washington y el flamante gobierno francés.

Es también a nivel interno en donde el gobierno de Bush encuentra problemas, no solamente por la mayoría demócrata en el Congreso que se obtuvo en las últimas elecciones legislativas, sino también porque el apoyo interno al gobierno está cayendo. La sociedad norteamericana tuvo que enfrentar desde 2001 para adelante el avasallamiento de derechos civiles, el déficit de la banca estatal, la recesión, el fracaso de la guerra que se lleva a los jóvenes a la muerte. Si bien luego de los atentados el público (si, digo público en lugar de ciudadanos) estaba convencido de apoyar al gobierno, con el paso del tiempo, la gente ya no cree que esta guerra “valga la pena”

En resumen, los intentos de Estados Unidos por ser la única estrella de cartel provocaron que sea un fracaso en la taquilla. Como ya dijimos, en su pretensión de poder, en su búsqueda, no solo no ha conseguido todos los resultados, sino que también ha tenido consecuencias por su accionar. Su accionar unilateral lo desprestigió, la deslegitimidad en el sistema internacional es evidente en muchos aspectos, además de su perdida de credibilidad hacia fuera y hacia adentro de su nación. El camino que emprenda este país, para enfocar su política exterior hacia la consecución de sus objetivos, debe ser dentro de las reglas de juego dictadas por las instituciones internacionales, que él mismo ayudo a construir, quizás así pueda cosechar mejores resultados que los obtenidos hasta ahora; además de comenzar a respetar un poco mas al resto de las naciones que componen el sistema internacional.

Pero lo que Estados Unidos no debe olvidar es, que la búsqueda enceguecida del poder, la riqueza y la tan mentada supremacía mundial, es decir una clara avaricia, son cosas que engendran las semillas de destrucción de cualquier imperio, y lo que se cosecha luego de eso son solo escombros.
Ines Rosales

[1] Gaveglio, Silvia: “La ‘primacía’ de la Adm. W. Bush (2001-2005) en el marco de las concepciones estratégicas en el debate en los EEUU en la posguerra fría”, en Revista de Ciencias Sociales, Universidad de Quilmes, Nº 15, diciembre de 2004
[2] Chosky, Noam: Hegemonía o supervivencia, 2004
[3] Gelman, Juan: en la Contratapa del diario Página/12
[4] Renouvin, Pierre: Historia de las Relaciones Internacionales, Ediciones Akal, Madrid, 1969, pag. 441
[5] Morgenthau, Hans: “La lucha por el poder y la paz”, cap 9, pag. 153
[6] Snyder, Jack: “One world, rival theories” en Foreign Policy, nov 2004
[7]Gordon, Philip: “El fin de la revolución de Bush” en Foreign Affairs En Español, octubre-diciembre 2006
[8] Drezner, Daniel W.: “El nuevo orden mundial nuevo” en Foreign Affair En Español, julio-septiembre 2007
[9] Kagan, Robert: “La crisis de legitimidad de Estados Unidos”, en Foreign Affair En Español, abril-junio 2004

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